Intentando hacer una reflexión de lo acontecido en nuestras vidas, nuestros sueños y nuestras esperanzas, me veo en la obligación de escribirme un estado de la cuestión desde mi punto de vista, del proceso que está viviendo una parte de la ciudadanía de Terrassa en particular y del mundo en general. Yo pienso que nos equivocamos al pretender buscar un valor de cambio, buscando una victoria o una contraprestación. Nosotros somos un altavoz que pretende vertebrar y transmitir la opinión del pueblo a las instituciones. Nuestra lucha no quiere la victoria sino que exige un mundo mejor en términos de representación y justicia social, este concepto se acerca más a la idea de camino que no a la de destino. La acampada no puede ser un arma de chantaje, la acampada ha sido, es y esperemos que siga siendo una puesta en la escena pública de nuestras demandas, un ejemplo de construcción de un nuevo paradigma de ciudadanía global conviviendo cívicamente en un marco de diversidad. Tenemos que tener en cuenta, que el propio éxito y dinamismo del movimiento produce más historia de la que una reflexión distanciada puede digerir. Tenemos que ser conscientes de nuestras fuerzas y de cómo la falta de ellas llevará a una fractura dentro de la diversidad del movimiento, que reproducirá muchos de los males contra los que inició la lucha.
Creo que tenemos que centrarnos por un tiempo en una estrategia comunicativa y representativa, con el fin de sumar diversidad y fuerza a la causa y no centrarnos en desgastarnos logísticamente mientras engordamos una opinión equivocada que homogeniza la participación cambiando la opinión de la diversidad con la que nació el movimiento. Si muere esta diversidad, se debilita nuestra fuerza, se acotan nuestros modelos de portavocía y se deslegitima nuestra lucha global en beneficio de una instrumentalización de la acampada a nivel local, ya que se producirá un sesgo de visibilidad entre la gente que tiene fuerzas para seguir y la que empieza a ser consumida por el cansancio. Consolidando el espacio AGORA y realizar una reflexión a nivel local de lo que se ha vivido estos días para medir fuerzas y proyectar nuevas herramientas para acciones futuras, en un proceso de aprendizaje y de producción cultural constante, que sin duda provocará una dinámica exponencial que superará cualquier negociación o victoria con las armas y fuerzas actuales.